LA ALEGRÍA DE VIVIR

Por OMAR CERVANTES RODRIGUEZ

Tuve la fortuna de vivir un fin de semana entre amigos y familia en el que el tema central por coincidencia fue el de las diferencias en la brecha generacional de quienes nacimos en los 60’s con los nacidos en los 90’s y los 2000’s con todas las diferencias de todo tipo que ello implica.

Comenzando por mis hijos que tienen 28, 25 y 21, contra mis 56 casi 57, la forma de ver la vida en muchos aspectos es muy diferente, aunque los valores fundamentales hayan sido parte de nuestro legado educativo.

Entre mis amigos de la escuela cincuentones comentábamos que, en muchos casos, sin generalizar, dos características que nos hacen diferentes con los jóvenes de hoy es el concepto de compromiso y el de la posibilidad de estar experimentando cambios continuamente.

Sin ser experto en el mundo generacional sino como padre de familia y un veterano del momento en el que vivo, efectivamente podría decir que esas dos características nos hacen muy diferentes.

Me preguntaban mis hijos y abundamos al respecto.

En la generación a la que pertenezco solía darse preferencia a los compromisos de largo plazo y la estabilidad era sinónimo de mantenerse de por vida en el mismo caminar.

Cursar una carrera o tener un oficio que pudiera brindar la oportunidad de conseguir un trabajo o empleo en el que pudiera hacerse trayectoria y lograr la jubilación.

Tener una pareja, casarse y tener una familia para siempre.

Comprar un terreno o una casa para poder construir un patrimonio familiar y otras decisiones que implicaban la elección de la “seguridad” y el compromiso.

Hoy en cambio, los jóvenes viajan por el mundo muchas veces antes de buscar una familia, prefieren rentar a endeudarse con hipotecas de largo plazo, viven más al día, suelen tener más rotación laboral e incluso tienen relaciones afectivas menos sólidas y temporales, como si en la vida las elecciones fueran desechables.

Por supuesto debe haber algunas similitudes y muchas más diferencias entre la brecha, en un planeta lleno de tecnología hasta la inteligencia artificial.

A mi parecer somos un excelente complemento si cada uno tomamos nuestro lugar. Los veteranos necesitamos aprender lo que hoy los jóvenes dominan, mientras que ellos pueden obtener de nosotros la experiencia adquirida.

Quizás la brecha pueda ser muy llevadera si le damos prioridad a la comunicación asertiva, al respeto y cohabitamos en el planeta de la mejor manera.

Fuente: MILENIO